Las neurociencias y la salud mental, en la agenda de las organizaciones
Columna escrita por María Roca, Directora de INECO Organizaciones. Nota publicada en Forbes, en la edición de febrero 2022.
En los dos últimos años, como consecuencia de la pandemia, nos hemos acostumbrado a escuchar a científicos y especialistas en salud. El Covid nos ha acercado a todos al mundo de la ciencia, y las empresas no fueron una excepción. Es así como la neurociencia desembarcó en las organizaciones y es hoy una aliada para mejorar el bienestar y la performance de las personas y organizaciones mediante iniciativas y experiencias de alto impacto.
Si entendemos la ciencia como aquel conjunto de conocimientos objetivos y verificables, lo sucedido no debe sorprendernos. La situación era y es crítica: la salud física y la salud mental de los colaboradores estaban en juego, las decisiones acerca de estas no debían dejarse en manos del sentido común o de las creencias, había que recurrir al conocimiento acumulado con respecto a los temas que nos convocaban para salir a flote.
Muchas de las organizaciones más importantes de Latinoamérica y del mundo convocaron a científicos y especialistas en salud mental para resolver sus problemas y cuidar el bienestar de sus integrantes, buscando basar sus intervenciones en la evidencia y el asesoramiento de especialistas. Por primera vez en la agenda de las empresas se encontraban términos como ansiedad y depresión, se discutía cómo tratarlos y se generaban iniciativas para disminuirlos. Empresas referentes en el mercado realizaron mapeos de la salud mental y bienestar que, diseñados por especialistas, permitieron generar intervenciones basadas en la evidencia, no en opiniones o creencias.
Esto que podría parecer un cambio drástico no es otra cosa que un avance significativo de una relación que venía desarrollándose más gradual y lentamente. En la última década la ciencia dejó de ser solo un proveedor de conocimientos que servía para desarrollar productos y se transformó en una metodología válida para solucionar problemas concretos para las organizaciones.
En esa línea, las empresas se volcaron a la ciencia de datos y a las ciencias del comportamiento para resolver cuestiones de lo más diversas, que van desde el diseño de productos, la gestión de sus talentos, hasta mejorar sus iniciativas de sustentabilidad y diversidad.
Gigantes como Google y Microsoft, pero también pequeñas y medianas empresas, encontraron en estas metodologías una oportunidad de enriquecer sus negocios y retener sus talentos. Pero la pandemia sumó a la interacción entre ciencias y empresas un nuevo integrante: las ciencias de la salud y, particularmente, la salud mental. La situación crítica que atravesamos y los grandes cambios impuestos a los colaboradores en el mundo personal y laboral hizo evidente para las organizaciones la importancia que la salud mental tiene para el rendimiento de su capital humano y, con él, de sus negocios.
Las compañías líderes fortalecieron sus programas de wellbeing y bienestar, y las que no tenían dichas iniciativas se pusieron a trabajar en ellas. Se sumaron contenidos acerca de cómo manejar la sobreinformación, cómo organizar el tiempo, cómo cuidar la salud de nuestra mente, cómo proteger nuestro sueño y cómo evitar el burn-out.
Todas estas iniciativas estuvieron sin duda bien fundadas. Según un reporte de Mindshare publicado en colaboración con Qualtrics en el que se encuestó a 1.500 trabajadores de tiempo completo, el porcentaje de quienes calificaron su salud mental entre 0 y 3 se duplicó entre 2019 y 2021, y los que calificaron de 7 a 10 disminuyeron un 14% entre 2019 y 2021. Esto es consistente con los estudios científicos que muestran un aumento notable de síntomas de ansiedad y depresión en la población general durante la pandemia, siendo ya de por sí condiciones frecuentes.
La ciencia venía acercándose tímidamente al mundo de las empresas y la pandemia la ayudó a desembarcar. Con ella trajo a la salud mental que, tal como se menciona en un reporte del Harvard Business Review de octubre de 2021, pasó de ser algo deseable a ser un imperativo en el mundo de las organizaciones. Sea en la forma que sea –data science, economía del comportamiento o salud mental–, que la ciencia y sus metodologías se hayan acercado al mundo de la empresa es sin duda una buena noticia.
Aplaudimos su desembarco.